Hoy estoy aquí, en el blog de la Clínica Nespral, para contaros un poco mi experiencia en la última prueba a la que me he enfrentado, La Carrerona del agua, campeonato de Asturias en la modalidad de ultra distancia, con un recorrido que cubría 80 km con 3700 metros de desnivel positivo y 4500 de desnivel negativo, desde el pueblo de Caleao, en el corazón del parque natural de redes, hasta Gijón.
El calor, el mayor handicap de la Carrerona del Agua
Para empezar con la crónica, contaré que me levanté a las 03,00 de la mañana, y tras el desayuno, acabé de preparar el material y recogí el dorsal a las 03,50 de la mañana en las mestas (Gijón) . Desde allí, la mayoría los corredores cogimos un autobús que nos pondría en Caleao a eso de las 05,15. Un café, última vez al baño y para la salida.
La carrera la llevaba bastante estudiada en su perfil. En realidad se trataba de dos carreras en una, dos maratones. La primera parte muy montañera con cuatro subidas de 600-700 metros positivos cada una y una segunda parte bastante rápida con solamente 700 metros positivos de desnivel en la subida al Pico Fariu, en Pola de Siero.
La estrategia, sencillamente, ir muy tranquilo los primeros 42 km, hacer una pausa larga en ese punto con parada a comer e hidratar bien, cambio de ropa y playeros incluidos y a partir de ahí apretar lo que pudiera.
Pero me encontré con el principal hándicap de la carrerona: el calor. ¿Podríamos tener la mala suerte de que el mejor día del verano coincida con la carrera? Pues sí, así es la vida. Solazo en la cabeza de principio a fin ,condicionando por completo la prueba. De 94 corredores, sólo logramos acabarla 51. Queda todo dicho.
Pistoletazo de salida
En el centro del pueblo de Caleao estábamos los 94 valientes. A las 06:30, subida controlada hasta la salida y como dijo uno de los organizadores… ¡A Gijón!
He de decir que, desde el pistoletazo hasta el km 10 en Soto d’Agues, se hizo bastante llevadero por la adrenalina del comienzo y porque a esa hora la temperatura era relativamente fresca. Parada en el primer avituallamiento y segunda subida donde ya empezaba a apretar seriamente el calor. Uno de los sitios donde más disfruté, fue la segunda bajada del km 13 al 15, por bosque y en «grupeta» con 3 o 4 compañeros. En la tercera subida, el calor ya era cosa seria. Pero donde me doy verdaderamente cuenta de que empieza «lo bueno» es en la cuarta subida.
Confirmando que no hay carrera en la que cometa como mínimo un pequeño error (espero que llegue el día que no los cometa), pasé por el avituallamiento del km 22 y al ser un paso por zona boscosa, no pensé bien en lo que me venía a continuación y no rellené agua (me quedaba aproximadamente 200 ml de agua en una de las dos botellas).Bueno, pues al comenzar la subida me dí cuenta que podía haber tirado todo por la borda.
Pendiente prolongadísima junto a la famosa tubería por pleno monte, incluso ayudándome con las manos y expuesto totalmente a un sol que abrasaba. Al ser dicha pendiente de unos 750 metros positivos, al llegar al 200 no tenía agua. Resultado: por lo menos una hora más en un infierno a más de 35 grados sin poder beber cuando me apeteciera. Tragé saliva pero tenía la boca seca e iba un pelín mareado. Como sería de severa la situación, que veo a otro corredor poniendo la cara junto a una pequeñísima fuga de la tubería. Me acerqué a él y le pedí agua, la cual me ofreció sin problema y llené a cuentagotas algo de la cantimplora con el minúsculo chorro que salía del hierro. Desde este punto hasta el avituallamiento del km 31 tuve que pedir agua hasta a 5 personas diferentes para no caer rendido.
Así es el compañerismo en este deporte, incondicional. Todos a los que pedí ayuda durante la Carrerona del Agua, me echaron una mano y así llegué al avituallamiento sano y salvo, eso sí, a rellenar a tope de líquidos y a comer como un «jabalí». A partir de aquí, me pegué a un compañero de batallas con el que fui charlando hasta el km 42 donde como dije antes, hice una parada larga para recuperar y cambiar de ropa. Desde este punto, intenté coger el que entre los corredores llamamos «ritmo de ultra», un trote suave y continuado donde ni se acelera gran cosa ni hay que ir caminando.
En el km 48 estaban mis padres y mi abuelo, así que me paré a saludarlos y para adelante. En el km 57, con la subida al Fariu en Pola de Siero, fue el punto en el que más pensé…»¿¿¿dónde me he metido???«. Iba fatigadísimo y roto por el calor. Llegué como pude a la cima y entonces sí que sí, bajada pasando por Caldones, Deva y del km 75 al 80 por la senda que tantas veces hice para entrenar hasta las Mestas. Allí me esperaba mi mujer y mi familia además de mis amigos del Cafés Toscaf para recibirme con un abrazo. En resumen puesto 27 y un tiempo de 12 horas y 16 minutos.
La constancia y la disciplina, mis aliados
Me gustaría destacar la impresionante organización y la incontestable colaboración de todo el voluntariado y protección civil que participó en la Carrerona del Agua, haciéndonoslo todo más fácil y dándonos ánimos sin descanso. Dicen que esta era una carrera hecha por corredores para corredores y ciertamente lo corroboré, pues pude comprobar como, en cada uno de los muchos avituallamientos, había grandes atletas ayudándonos, todo un lujo. A todos ellos, millones de gracias.
Tengo que decir que ha sido una experiencia impresionante tanto por la dificultad de la prueba como por lo bonita que fue, aunque el calor hizo estragos y se notó muchísimo. Según mis cálculos ingerí unos 11/12 litros de líquidos y al pesarme nada más llegar a casa había perdido casi 5 kg.
Para terminar, dar las gracias a mi familia y a mi mujer especialmente por apoyarme en estas pruebas tan duras, ya que no constan tan solo del día de la competición, sino que requiere de una preparación muy dura durante mucho tiempo.
Como no, también a mi otra familia, la del «Team Nespral» sin la cual sería imposible prepararme de la forma en que lo hago. Intentaremos seguir acumulando kilómetros para optar a mejores puestos y competir en pruebas internacionales. La constancia y la disciplina, mis aliados.