Una semana más seguimos hablando sobre fisioterapia y deporte. En esta ocasión lo haremos de dos disciplinas muy de moda hoy en día: el tenis y el pádel. En las próximas líneas vamos a conocer cuáles son las lesiones más comunes a la hora de practicar estos deportes, cuál es la mejor manera de prevenirlas y cómo tratarlas mediante la fisioterapia y la osteopatía.
TENIS
El tenis es un deporte de sobra conocido por todos, pero a la vez muy exigente, que requiere práctica, resistencia, habilidad y concentración. El tenista debe ser inteligente y no permitir que influencias internas o externas le afecten. Prueba del interés que despierta este deporte en nuestra sociedad es el tremendo éxito de asistencia que tuvo este pasado verano, la celebración de la semifinal de la Copa Davis en Gijón.
PADEL
Por otro lado, el Pádel se ha convertido en muy poco ttenisiempo, en el segundo deporte más practicado en nuestro país, después del fútbol. Aunque comenzó como un deporte elitista con acceso solo a la clase alta, gracias al boom que ha tenido, se convirtió en poco tiempo, en un deporte mayoritario en el que juegan desde deportistas físicamente bien preparados hasta amas de casa sedentarias que sienten una tremenda atracción por este deporte.
Este pasado verano, Clínica Nespral se convirtió en la clínica oficial del Pádel Pro Tour Gijón, lo que nos permitió comprobar de primera mano, las zonas del cuerpo que más sufren en estos deportistas.
Antes de nada, debemos diferenciar claramente el deporte pro del amateur. Sabemos que grandes deportistas como Rafa Nadal, Juan Martín Díaz o Fer Poggi suelen dedicar todos los días varias horas de entrenamiento físico y sus objetivos no tienen nada que ver con las metas de un jugador amateur.
La práctica de estos dos deportes tiene muchas similitudes, sobre todo a la hora de valorar cuáles son las partes de nuestro cuerpo que se van a ver afectadas. Normalmente hombros, codos, rodillas y tobillos. La repetición de gestos y un estrés contínuo sobre estas zonas termina produciendo diversos desequilibrios musculares. Por ejemplo, los golpes de drive, revés, smash y saque fuerzan los músculos del hombre, codo y muñeca.
En el pádel, los giros al golpear la bola, cambios de dirección y frenadas bruscas, hacen que las rodillas y tobillos se resientan. Si no tomamos precauciones pueden producirse esguinces o roturas, tanto musculares como de ligamentos. También el tendón de Aquiles se puede ver afectado, sobre todo por las salidas bruscas de pared y sin haber calentado.
En cambio, en el tenis, a parte de lo anteriormente comentado, se corre más y el alcanzar la bola se convierte en una odisea. Se producen cambios bruscos, subidas y bajadas de la red, intentos por llegar a todas las bolas que termina afectando a nuestra zona lumbar.
LESIONES MÁS COMUNES EN TENIS Y PÁDEL
Pasemos ahora, a hablar de las lesiones más comunes que se producen en la práctica de estas disciplinas deportivas.
La epicondilitis y epitrocleitis se manifiestan como un dolor a la hora de sujetar la pala, también al presionar el codo y una falta de fuerza en el antebrazo. Se producen porque los músculos del hombro y la muñeca están débiles y una técnica incorrecta hacen que se resientan y terminen lesionándose. De ahí que sean los codos de quienes se inician en este deporte los que más sufren, ya que sin querer, se puede forzar la postura en el momento de la pegada, ejerciendo una mayor presión sobre estas zonas. En este caso, los codos son los que van a absorber la mayor parte del golpe algo que, repetido en numerosas ocasiones, puede terminar en lesión.
El correr y estirarnos para llegar a bolas imposibles termina produciendo contracturas en el muslo, normalmente en los isquios cuadriceps y en los abductores, esguinces de tobillo, como consecuencia de movimientos rápidos y cambios de dirección que tienden a desequilibrarnos.
y como ya hemos comentado, lesiones en el tendón de Aquiles sobre todo por un mal calentamiento.
¿Qué podemos hacer para prevenir la aparición de estas lesiones?
En primer lugar es conveniente tener una preparación adecuada. Hay que cuidar mucho el gesto técnico mediante una repetición de movimientos, que nos dará una mayor eficacia y un ahorro de energía. Si además lo acompañamos con un buen calentamiento analítico y progresivo, es decir, de menor a mayor intensidad, un fortalecimiento muscular, preparando la musculatura para esfuerzos máximos y unos buenos estiramientos en la zona muscular del hombro, antes y después de hacer ejercicio, tendremos mucho ganado.
Pero, desgraciadamente, no siempre las lesiones se pueden evitar. En ese caso, es el momento de acudir a la clínica de fisioterapia y ponerse en manos de un buen profesional. Dependiendo de cada caso y lesión se buscará un abordaje terapéutico específico analizando el gesto deportivo del paciente y buscando la causa primaria que ha provocado que desemboque en esta lesión. Esto va a permitir que al tratarla, se pongan en marcha los mecanismos necesarios para su autocuración.
En casos más rebeldes se tratará con intensidad tanto la causa como la zona directamente afectada mediante terapia manual y con aparatos específicos que actúen sobre el ligamento, tendón o músculo de la zona lesionada. Un buen ejemplo son la terapia mediante ondas de choque o la terapia Indiba Activ.